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Foto del escritorEllas a través del cinematógrafo

La sinaloense detrás de la crítica



El desarrollo del cinematógrafo seguía. Si bien el cine era silente pero su propósito siempre fue el desarrollar un aparato por el cual pudiéramos ver imagen y sonido al mismo tiempo. A pesar de los atrasos tecnológicos, no era raro que las proyecciones del silente fueran sonorizadas con música en vivo, tal fue el caso de los hermanos Lumière, quienes contrataron un cuarteto de saxofones para una proyección en París. Sin embargo, las intervenciones al cinematógrafo siguieron y pronto llegó el phonofilms, vitaphone y el movieton que dieron paso al cine sonoro.


La llegada del cine sonoro a México en el año 1926 causó en la audiencia mucha controversia. Muchas de las polémicas que existieron fueron consecuencia de la exhibición de películas en idioma inglés, a lo que la crítica cinematográfica mexicana reaccionó defendiendo el idioma y criticando principalmente el cine hollywoodense.


Dentro de esos críticos, destacó una joven de diecisiete años llamada Cube Bonifant, también conocida como Luz Alba.


Cube Bonifant, nació en 1904 en Sinaloa, México. Durante su juventud publicó poemas en Revista de Revistas y el Ilustrado. En 1921, empezó a escribir en El Universal Ilustrado columnas dedicadas al género femenino y en 1927 empieza a escribir en la misma revista crítica cinematográfica bajo el seudónimo Luz Alba. En 1928 escribe para el Rotográfico bajo el seudónimo de Aura Stella.


Bonifant se destacó por la crítica hacia Hollywood y el cine que este producía, muchas veces esta crítica de forma negativa con un estilo peculiar. Por otro lado, incursionó en la actuación; a la edad de diecinueve años protagonizó La gran noticia (1922). Aunque la actuación no la dejó muy cómoda, hecho que relata en una de sus columnas, participa como extra en algunas otras películas como Santa (1931) y La perla (1945). Sofía (1948) y La hija del oeste (1949), estas dos últimas para Hollywood.


El estilo de hacer crítica de Bonifant estaba cargada de objetividad, abarcando desde la actuación, la foto, el guión y el vestuario, y así el trabajo actoral y la dirección. Dentro de estas actrices estuvieron Lupe Velez y Dolores del Río, defendiendo que muchas de las otras actrices antagonistas o secundarias las superaban.


A pesar de su ironía, criticó algunas las actuaciones de forma positiva, como lo fue Andre Palma en La mujer del puerto (1934):


Por primera vez surge una verdadera actriz. Andrea Palma tiene figura y talento para el cine. No se comprende por qué se empeña en imitar a Marlene Dietrich. Andrea Palma no necesita hacerlo. Vale artísticamente mucho más que la Vélez y la Dolores del Río, que valen poco, e infinitamente más que las actrices del cine nacional. ¿Para qué imitar a nadie?, tiene figura interesante, es expresiva, de ademán fácil, habla bien. En una sola película se ha puesto en el primer lugar de las actrices. ¿A qué pretender, entonces parecerse a Marlene dentro y fuera del cine?


La crítica de Bonifant fue importante para los lectores que columna tras columna leían acerca de géneros, directores, novedades y evolución del cine. Su trabajo hoy en día sigue siendo objeto de estudio para historiadores y estudiantes del séptimo arte.





FUENTES:

MILLÁN M. 1999. Derivas de un cine en femenino, CDMX. Miguel Ángel Porrúa


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